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3)Busquen dos imágenes una actual y una antigua del edificio seleccionado.
Estimados alumnos, colegas y lectores, este blog fue creado con la intencion de ser un punto de encuentro para las personas que esten interesadas en conocer y disfrutar del rico Patrimonio Cultural de Salta. Espero que sea de su agrado y que participen con sus comentarios.
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17 DE JUNIO 2018 - 16:18 El general Martín Miguel de Güemes luchó con apoyo de patriotas como Juana Azurduy, Juana Moro y Martina Silva de Gurruchaga. En muchos casos, fueron olvidadas por la historia.
El general Martín Miguel de Güemes, guerrero de la Independencia y servidor de la patria, contó con la ayuda y el respaldo de mujeres que protagonizaron grandes hazañas. "Muchas mujeres de las Provincias Unidas y del Río de la Plata, tuvieron una activa participación en la lucha por la independencia, en los albores de la patria, especialmente las de Salta, Jujuy y Tucumán, que estaban en medio de la guerra entre el Alto Perú y Buenos Aires", manifestó Eufracina Torres, vicepresidenta del fortín Martina Silva de Gurruchaga, integrado por 100 mujeres salteñas.
Las damas patriotas que tuvieron roles fundamentales en la guerra de la Independencia, fueron María Magdalena (Macacha) Güemes de Tejada, Margarita del Carmen Puch de Güemes, Martina Silva de Gurruchaga, Magdalena de Goyechea y la Corte Güemes, Juana Azurduy, María Loreto Sánchez Peón de Frías, Juana Moro Díaz de López, Josefa de la Corte Arias, Candelaria Pacheco de Melo y Gertudris Medeiros, entre otras.
Ellas fueron un pilar en ese momento histórico. "Como enfermeras, cocineras, costureras y hasta espías. Estaban al frente de todo", explicó Torres, quien tiene 76 años, es jubilada y trabajó como enfermera, artesana y ganó concursos de telar a nivel nacional.
Hubo mujeres que combatieron en la guerra de la Independencia pero también muchas otras que se quedaron en sus hogares y en las haciendas, cuidando a sus hijos mientras sus esposos estaban en la guerra. "Ellas llevaban adelante múltiples tareas. Todas fueron audaces guerrilleras que querían defender nuestro suelo. Actualmente también hay mujeres audaces", sostuvo.
María Loreto Sánchez es un ícono del espionaje. En 1817 el ejército realista avanzaba hacia el sur. Loreto lo supo por confidencia del oficial con el que bailaba y dio aviso a los patriotas, impidiendo la expedición.
Carmen Puch de Güemes
"Ellas llevaban a los enemigos a las zona de combate. Podían penetrar por ejemplo en el bando contrario ya que se disfrazaban de vendedoras de pan y dulces. De esa forma se infiltraban en el ejército enemigo para luego regresar con información de guerra. También eran mensajeras y llevaban comunicados", describió Torres.
Juana Azurduy, fusil en mano, intervino en las guerrillas. Combatió junto a Güemes con varias mujeres más. Cuatro de sus hijos murieron, víctimas de enfermedades o acosados por el hambre. Levantó la cabeza hundida en la tragedia y deslumbró a Güemes por su bravura. Fue enterrada en una fosa común y sin los honores que merecía.
Juana Moro y Martina Silva de Gurruchaga, formaron una tropa en Cerrillos, la capitanearon y se presentaban los campos de batalla. "Martina Silva formó su propio pelotón de gauchos, a quienes vistió con dinero de su peculio, para salir luego al frente en víspera de la Batalla del 20 de febrero de 1813. Nosotros llevamos en alto el nombre de nuestra capitana y banderas en su honor", explicó Torres.
El fortín de mujeres “azulinas”
El fortín Martina Silva de Gurruchaga fue fundado el 5 de junio de 1993 por Teresita Espíndola. Está integrado por 100 mujeres comprometidas con el patriotismo que difunden el rol protagónico de la mujer en la gesta güemesiana. Su lema es “Dios, patria y tradición”.
Visten trajes azules en homenaje a su capitana Silva de Gurruchaga, ya que cuando ella había formado su ejército uniformó a sus guerreros con trajes azules. “Nos llaman las azulinas. Vestir el traje de gaucha es un acto de amor por la cultura y tradición”, señalaron.
Carmen Puch no empuñó un arma, pero murió sosteniendo el amor por Güemes, cuya lucha siempre comprendió. Ella estaba al cuidado de sus hijos y siempre permaneció al frente de su hogar.
En tanto, María Magdalena (Macacha) Güemes de Tejada fue la hermana del general Güemes, de cuya acción en pro de la independencia fue asesora, colaboradora y consejera. Ella jugó un papel importante en el Pacto de los Cerrillos, firmado con el general Rondeau.
Pese a sus roles protagónicos y esenciales, las mujeres fueron muchas veces ignoradas o puestas entre paréntesis en la historia. Sus intervenciones merecen libros, capítulos y párrafos que las devuelvan a la memoria colectiva, para retribuirles sus hazañas en favor de la Independencia.
“Nosotras tratamos de revalorizar el rol protagónico de las grandes mujeres que participaron en la gesta güemesiana. Creemos que es justo que ellas sean conocidas por su obra y accionar en nuestra historia. Tratamos de rendirle homenaje en cada acto patrio, actividad cultural y en las charlas que realizamos en instituciones”, destacaron desde el fortín.
https://www.eltribuno.com/salta/nota/2018-6-17-0-0-0-piden-reivindicar-el-rol-de-las-mujeres-que-participaron-de-la-guerra-gaucha
Las Mujeres de la Independencia
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La Fundación de Salta
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Por Rafael Gutierrez
LUGAR INSALUBRE
En
una reunión celebrada el 6 de abril de 1587 se trató la necesidad de
trasladar la ciudad a un emplazamiento menos insalubre, ya que el sitio
estaba sitiado de ciénagas o pantanos, que el fundador había considerado de
importancia estratégica para la defensa de la población, ya que funcionaban a
manera de fosos que facilitaban contener el ataque de los indígenas que
asediaban la ciudad permanentemente.
El
tema del traslado fue tratado nuevamente en el Cabildo Abierto de 18 de marzo
de 1588, proponiéndose como nueva locación las costas del río Vaqueros,
sin embargo no se hizo lugar a la moción porque el río no tenía un caudal
permanente todo el año y amenazaba con dejar a los pobladores sin agua
durante el invierno.
Finalmente prevaleció la actitud de conservar el emplazamiento ordenado por
Lerma y tratar de mejorarlo con trabajos de ingeniería.
LA CAÍDA DEL DÉSPOTA
La
ciudad de Lerma se encontró durante mucho tiempo sin asistencia espiritual
porque la actitud de su fundador enfrentándose con los clérigos ocasionó que
ningún religioso quisiera aventurarse por sus dominios.
Cuando estuvieron designados Fray Francisco Vázquez y Francisco Solís como
administradores de la Catedral, sus prédicas molestaron al Licenciado de
Lerma, quien comenzó a amenazarlos, a tal punto que los feligreses temían
entrar a la iglesia. No conforme con ello mandó prenderlos, pero los clérigos
se refugiaron en la Catedral acogiéndose al seguro de asilo. Por lo que el
Gobernador se ensañó con los amigos de los sacerdotes dándoles cárcel.
Finalmente las quejas llegaron a la Audiencia de Charcas, autoridad por
encima de la gobernación del Tucumán que designó el 6 de noviembre de 1583 al
Capitán Francisco Arévalo Briceño alguacil mayor de la Real Audiencia para
que se encargara de atender las denuncias y en 1584 detuvo en Santiago del
Estero al Licenciado Hernando de Lerma. El pueblo manifestó públicamente su
regocijo cuando el déspota fue detenido y procesado.
El
juicio fue iniciado en Chuquisaca, pero el Licenciado apeló al Real Supremo
Consejo de Indias y fue a dar a Madrid, donde fue encarcelado y murió muy
pobre antes de recibir la última sentencia definitiva en su causa.
El
gobierno quedó interinamente a cargo del Capitán Alonso de Cepeda, quien se
mantuvo en el cargo hasta 1586 cuando asumió el nuevo gobernador designado
por el rey, Juan Ramírez de Velasco.
En
1587, luego de cinco años sin la asistencia de los Sacramentos, la ciudad de
Lerma recibió al Licenciado Pedro López de Barrasa para que se hiciese cargo
de la Catedral y del consuelo espiritual de los salteños.
EL NOMBRE DE SALTA
Debido a los procederes del Gobernador del Tucumán y Fundador de Salta, sus
contemporáneos juzgaron que lo único bueno que había hecho fue acatar la
orden del Virrey Toledo de fundar una nueva ciudad, pero nadie quería
recordar sus abusos y ni siquiera su nombre. Ya en Documentos no muy
posteriores a la destitución de Lerma, la ciudad comienza a ser llamada San
Felipe el Real o Ciudad de Salta.
El
nombre del paraje, valle de Salta, era muy anterior a la fundación de la
ciudad y puede provenir del nombre de los indios saltas; o salla ta “peñas-lugar”;
o sagta “muy hermoso”; o sagtay “reunión de
lo sobresaliente”.
Acepciones que no se contraponen sino que enriquecen semánticamente el nombre
del lugar que ha sido asiento de muchas poblaciones nativas antes de la
llegada de los españoles, un lugar ubicado entre montañas, un valle hermoso
que se prestó para ser reunión de importantes transacciones comerciales y hechos
históricos.
OTRA VERSIÓN
Esta terrible historia que aparentemente explica el actual nombre de la
ciudad de Salta tiene sin embargo otra versión. Por esta otra historia el
Licenciado don Hernando de Lerma fue uno de los pocos hombres ilustrados que
llegó a las colonias, poseía un titulo universitario, era licenciado en
leyes; muy diferente en eso a los aventureros segundones y otra clase de
gente de dudosa reputación que pobló América.
Según algunos, don Hernando de Lerma enfrentó el poder de la Iglesia
con su poder temporal porque tal vez fue un marrano, o judío converso, y
trató de proteger a otros como él en suelo americano. Su conocimiento de
leyes lo hizo un adversario temible, por lo que la Iglesia se confabuló en su
contra creando versiones terribles sobre su persona. Las historias sobre su
despotismo y herejía se difundieron entre sus contemporáneos y en las cortes
de justicia hasta lograr su condena. Esas versiones fueron las que llegaron
hasta nuestros días.
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Origen y antecedentes de la Fundación de Salta
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Primeros Pueblos
Originarios del Noroeste Argentino
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Los Apatamas
Este grupo indígena habitó la región conocida como la Puna y su área
de influencia abarcó desde el noroeste de la provincia de Jujuy hasta el
noroeste de Catamarca, comprendiendo a la provincia de Salta. Los casabindo y
los cochinoa , también de la Puna, estaban relacionados con los apatamas, lo
mismo que los atacamas del otro lado de la Cordillera, con quienes compartían
una lengua común, el cunza .
Los apatamas recibieron influencias culturales de sus vecinos
diaguitas , calchaquíes , omaguacas y del Altiplano; fueron excelentes
agricultores que cosechaban maíz, papa y quinoa. Estos alimentos eran
almacenados en las paredes rocosas de los cerros, en los cuales practicaban
unos agujeros en los que los depositaban.
Trabajaban la piedra y la madera, fabricando palas, azadones y
cuchillos. Domesticaron la llama, que utilizaban como bestia de carga y de la
que también obtenían carne, leche, cueros y lana. Otra de sus actividades era
la explotación de las salinas, de las que extraían ladrillos de sal que luego
transportaban a lomo de llama hasta los distintos poblados, en donde los
trocaban por diversos productos, en especial, maíz.
Al igual que los otros pueblos de la región, los apatamas aprovecharon
lo que su medioambiente les ofrecía y así construyeron sus viviendas
rectangulares con piedras y barro (pircas) y techo de paja, con una abertura
en la parte superior como entrada, a la que se accedía por medio de escalas
de madera. Es de destacar que los apatamas no poseyeron fortificaciones
(pucarás) como los omaguacas .
Vestían una túnica larga hasta las rodillas, que los españoles
llamaron "camiseta", de colores rojo o castaño; para combatir el
frío se cubrían con una prenda de lana circular con una abertura en el centro
para introducir la cabeza, llamada "poncho"; rodeaban su cintura
con una faja de lana y calzaban unas sandalias de cuero llamadas
"husutas" (ojotas). Se cubrían la cabeza con un gorro que tapaba
también las orejas y la nuca y se adornaban con collares, alfileres, vinchas,
brazaletes y pectorales confeccionados con hueso, plumas, madera y metal.
Pobres en la producción de cerámica, los apatamas desarrollaron una
gran habilidad artesana en el trabajo de la madera y la calabaza.
Los Omaguacas
Los omaguacas dieron su nombre a la región conocida como Quebrada de
Humahuaca, en la provincia de Jujuy. Su nombre, según fuentes españolas,
significaba "cabezas de tesoro" y comprendía a una gran cantidad de
tribus entre las que figuraban los purmamarca, los tilcara, los tumbaya, los
maimará, lo s jujuy, los puquile, los ocloya y otros.
Lugar de paso obligado entre el Altiplano y los valles del noroeste
argentino, surcado por el río Grande, esta región fue una zona de conflicto
permanente, antes y después de la llegada de los españoles.
Mientras que el norte es seco y de clima puneño, el sur presenta un
ambiente subtropical con abundante vegetación y lluvias regulares. El río
Grande, en sus 170 kilómetros de recorrido da origen a los llamados angostos,
aprovechados desde tiempos inmemoriales por los pueblos indígenas dada su
feracidad.
Los omaguacas fueron principalmente agricultores de maíz y en menor
proporción de papa y quinoa. Practicaban la caza del guanaco y del ñandú, la
domesticación de la llama -de la que aprovechaban sus numerosos subproductos-
y la recolección de la algarroba.
Su producción ceramista (de regular calidad) presentaba la
característica del fondo rojo con decoraciones en negro. Elaboraban grandes
cántaros de forma redonda y los llamados "vasos-timbales" de
notoria influencia altiplana.
Su actividad incluia la fabricación de armas como arcos, flechas,
boleadoras y hondas; trabajaban el cobre, oro, plata y estaño. Se vestían con
mantas y camisetas largas llamadas uncu; se cubrían con ponchos, usaban
ojotas, vinchas, brazaletes, anillos, pectorales, etc.
Sus viviendas eran rectangulares, de piedra, con techo de paja
inclinado, sin ventanas y con una sola abertura.
El carácter estratégico de la Quebrada de Humahuaca hizo de los
omaguacas un pueblo militarmente preparado. Para defenderse de las invasiones
diseñaron recintos fortificados de piedra, a los que denominaron pucarás y
desde los cuales combatían utilizando arcos, flechas, mazas de piedra y
boleadoras. Tanto incas como españoles experimentaron en su momento la
resistencia omaguaca.
Las parcialidades diaguitas que poblaron el noroeste argentino estaban
constituidas por los calchaquíes del norte, los cacanes en el centro y los
capayanes en el sur, grupos que tenían, entre sus características comunes, el
uso de la lengua cacán o diaguita . Fueron los más avanzados entre los grupos
que poblaron el territorio argentino y ello se debió fundamentalmente, a la
poderosa influencia incaica.
Según las fuentes hispánicas, los diaguitas eran "altos y
fornidos"; vestían la típica camiseta de lana tejida adornada con
coloridos motivos geométricos. Calzaban ojotas y se adornaban con vinchas,
aros, prendedores, etc. confeccionados en metales como el oro, cobre (que
unieron con el estaño para obtener el bronce), piedra, madera, etc.
De los incas , los diaguitas aprendieron a cultivar en terrazas,
aprovechando de este modo las laderas de las montañas para producir maíz,
papa, zapallo, quinoa, porotos, etc. La aridez del terreno era contrarrestada
con el riego artificial, construyendo para ello excelentes canales y
acequias, técnica también tomada de los incaicos.
Practicaban la recolección de la algarroba -fruto del algarrobo-, que
les servía de alimento y con la cual elaboraban bebidas alcohólicas, como la
chicha y la aloja. Lograda la domesticación de la llama, aprovecharon al
máximo lo producido por este animal, que constituia una parte importante de
la economía diaguita.
Las fuentes españolas mencionan la belicosidad de los diaguitas,
agrupados en tribus cuyos nombres han perdurado en la toponimia local:
pulares, tolombones, cahis, chicoanos, aimachas, quilmes, hualfines,
luracatos , etc. quienes opusieron una tenaz resistencia a la dominación
hispánica, conviertiendo en leyenda los nombres de caudillos como Viltipoco,
Juan Calchaquí, Pedro Colca, Pedro Chumay, Coronilla, Ultimpa, Chalemín, Luis
Enríquez y Martín Iquín , este último, curaca (jefe) de los quilmes , que
pagaron cara su derrota al ser deportados en masa hacia lo que hoy es la
provincia de Buenos Aires, dando un penoso origen a la actual localidad que
lleva su nombre.
Hermanos de lengua de los calchaquíes , los capayanes habitaron las
provincias de La Rioja y San Juan, en una región comprendida entre aquéllos,
al norte y los huarpes , hacia el sur, entre los valles de Famatina,
Sanagasta y Yacampís surcados por los ríos Colorado y Jáchal.
Pueblo de agricultores, el capayán consumía maíz, zapallo y quínoa que
cultivaban en campos irrigados artificialmente por medio de canales y
acequias. Esta tecnología evidencia la influencia incaica, como así también
su vestimenta, la producción de tejidos de lana de llama y guanaco, la
metalurgia del cobre y oro. A los capayanes se atribuye el estilo cerámico de
Sanagasta o Angualasto caracterizado por sus decoraciones geométricas en
negro sobre fondo rojizo.
Pese a que el estudio de los distintos grupos indígenas de la
Argentina nos obliga a contextualizarlos dentro de un área geográfica
delimitada, ello nos puede llevar a la falsa creencia de que nos encontramos
frente a culturas fijas en el tiempo y el espacio. Nada más lejos de la
verdad, pues hay que reconocer que en tiempos prehispánicos la gran movilidad
de pueblos era evidente. Ejemplo de ello fueron los lules , agrupación de
cazadores-recolectores llegados en tiempos remotos desde el Amazonas
brasileño a la región occidental del bosque chaqueño. Desde allí, estos
belicosos nómadas tomaron contacto con pueblos sedentarios de cultura andina
en la zona de Santiago del Estero y Tucumán, como los tonocotés, a los que
hostigaban y saqueaban frecuentemente. Según fuentes españolas, los lules
practicaban la antropofagia y de no ser por la conquista hispana
"...hubieran acabado con los tonocotés..." afirmaba el padre
Barzana.
De gran talla y esbeltos, los lules se alimentaban preferentemente de
los productos de la caza y la pesca, complementando esta actividad con la
recolección de la algarroba y miel de abejas silvestres. Utilizaban arco,
flechas, macanas y dardos arrojadizos. Habitualmente desnudos, solían
cubrirse con plumas de ñandúes, por lo que los españoles llamaron
"juríes" a estos indios en sus primeras crónicas del siglo XVI, ya
que esta palabra provendría del quichua xurí , nombre con el que los pueblos
andinos designaban a esas aves corredoras.
Por su parte, los vilelas , vecinos de los lules y culturalmente
emparentados, se diferenciaban de éstos en que habían adquirido hábitos
sedentarios, con una agricultura incipiente y cría de animales. De costumbres
más pacíficas, gustaban de la música y la danza.
Habitantes del centro-sur de la provincia de Santiago del Estero,
estos indígenas tenían -al igual que lules y vilelas - un ancestral origen
amazónico, pero estaban fuertemente influenciados por las culturas de origen
andino del oeste. Sedentarios y agricultores, los tonocotés se concentraron
principalmente entre los ríos Dulce y Salado, limitando al sur con los
sanavirones , al oeste con los calchaquíes y al norte y este con los dominios
de los belicosos lules.
Cultivaban maíz, zapallo y porotos en terrenos anegadizos próximos a
los ríos, los cuales, después de las crecidas, depositaban allí una capa de
fértil cieno.
Sus viviendas circulares de ramas y barro presentaban la
característica de estar edificadas sobre lomadas artificales conocidas como
túmulos o mounds , agrupadas en aldeas rodeadas con empalizadas, para
protegerse del ataque de los lules y otras tribus del monte chaqueño.
Evidencia de su lejano origen amazónico está dado por ciertas
prácticas de caza, como el uso de dardos emponzoñados y la costumbre de velar
a sus muertos y guardar sus huesos en cántaros de barro.
Fuente: http://ar.geocities.com/damiancardozo/noa3.htm
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